Cansado de esperar aprender algo, me acerque a mi maestro y pregunte: ¿Cuándo seré digno de hacer lo que tú haces y tendré en mis manos la misma capacidad y bendición?
Ve a la punta del precipicio de Libia toma impulso y sin pensarlo dos veces salta.
¡Pero Af, maestro son como 1000 codos!, yo confió en el poder que de Dios proviene, pero dudo sobrevivir a eso basado en mi voluntad. (Sonrió y me dijo):
¡Yo ya he saltado y aún estoy aquí!
Todas las noches por diez meses fui a cumplir la orden, pero no era capaz, ni por ambición, ni por ego propio, ni por el simple hecho de superar a mi maestro. Una madrugada, cuando por fin saqué la fuerza suficiente, también la voluntad, visité el pueblo para despedirme de mi maestro.
Has sido guía y fuerza en mi formación gracias, bendíceme por si Azraél decide que tome un café con él allá arriba esta noche.
Azraél, amigo hazte presente.
(La habitación se oscureció, en el fondo de ella, en una de las sillas de la pequeña mesa de comer, una forma espectral empezó a hablar)
¡Para que me llamaste viejo loco!
(me petrifiqué, la presencia era muy poderosa, nunca había experimentado algo igual, podía observar a mi maestro parado a mi lado hablando con la entidad ambos empezaron a reír, sin yo pudiera escuchar una solo palabra, empecé a llorar sin poder controlarme, entonces Af levanto su mano haciendo un gesto de despedida, el ente y la oscuridad que nos rodeaba se desvanecieron, entonces tras un fuerte suspiro me reincorpore)
¡Voy contigo!
(Caminamos hasta acercarnos al precipicio):
¡Espera aquí y observa!
(Corrió a gran velocidad y al estar en la punta del precipicio se detuvo, dio un fuerte salto hacia arriba en el mismo sitio, regresó y sujetó mi hombro)
Es tu turno, ¡apresúrate! hay café esperándonos en casa, ¡ah! y ya estás listo, lo estuviste desde que empezaste a venir aquí todas las noches.
¡Cumplí!, hice lo que mi maestro, durante el regreso a su casa no pare de reír y llorar. Esa fue mi última lección, ese día aprendí que no es lo que nos enseñan, sino lo que queremos aprender lo que importa, que lo obtenemos de quien habla sin decirnos nada, de quien nos muestra una rata cuando le hablamos de un caballo, aprendí que saltar en un precipicio es el final del aprendizaje de quien busca ser más grande que su maestro, que solo cuando éste decide saltar en el precipicio contigo, será lo último que te dará, pues ya te ha preparado, tú, eres su igual y como a su igual te dará el mismo respeto que le des, te llamará de la forma que lo llames y lo reconocerás siempre como tu maestro sin ser nadie a su lado y siendo tan grande como él.